FACTORES SOCIALES
En lo que desigualdad de género respecta, es común escuchar opiniones que establecen como factor predominante a la influencia de la sociedad sobre la mentalidad de las personas. Se les consultó a diez personas sobre lo que, a su parecer, consideraban como causante del problema a tratar. En efecto, todos coincidieron con que parte del origen se encuentra en la sociedad. En base a los resultados y a la evidente polémica que genera tratar este tema, es pertinente abordarlo desde el punto de vista en cuestión. En las siguientes líneas, se analizará el rol de la sociedad desde dos distintas perspectivas. Ello tendrá como fin informar acerca de la influencia de la sociedad en el establecimiento de desigualdades respecto al género.
En la actualidad, se presentan factores sociales que influyen en la formación de estereotipos que derivan en desigualdad de género mediante los medios de comunicación y la familia. Como primer enfoque se encuentran los medios de comunicación, quienes establecen estereotipos a través del mensaje que proyectan en la televisión y en la publicidad. A lo que televisión concierne, un estudio sobre el consumo televisivo y radial a cargo del Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) concluyó que el protagonismo televisivo se evidencia en el consumo diario. Evidencia de ello es que Lima y Callao obtienen el mayor porcentaje (75%). A través de esta diferenciación, se fomentan patrones que establecen mayor importancia en el hombre y, en la mayoría de los casos, derivan en violencia contra la mujer. Con el fin de poner en evidencia los patrones en cuestión, se realizó un estudio en el 2016 respecto a la difusión de los roles de género. Se obtuvo como resultado que, en la prensa, los hombres ocupan mayor espacio en secciones de índole prestigiosa (llámese política o economía). Mientras tanto, las mujeres aparecen para presentar secciones de familia y cuidado de los hijos. Ello pone en evidencia el establecimiento de un perfil profesional al hombre por encima de la mujer, quien está relacionada directamente con el hogar. Por otro lado, se identificaron anuncios publicitarios que sexualizan a la mujer al atribuirle el uso de ropa sugerente para la publicidad de ciertos productos o eventos. Como efecto de esta situación, las adolescentes tienen la tendencia a imitar a las mujeres que aparecen en los distintos anuncios, por lo que crea en ellas la normalización de lo que están viendo. Desde un segundo enfoque, se encuentra la familia como responsable de la educación en valores en el hogar. Alba Díaz señala que es complicado que los estereotipos adquiridos en la primera infancia sean modificados. Además, dentro de los roles que el núcleo familiar promueve, se encuentra la diferenciación de valores. Ejemplo de ello es la prudencia atribuida a las niñas y la valentía a los niños. Esta división de valores, acompañado de situaciones que, en un inicio parecen inofensivas como darle ropa azul a uno y ropa rosada al otro, desencadenan a largo plazo la “lucha de géneros”. Como resultado, nace la formación de distintas expresiones de odio hacia el otro género, tales como la misoginia y misandria.
En suma, los medios de comunicación están al acceso diario de las personas, por lo que permitir que se visualice con este nivel de frecuencia el establecimiento de estereotipos es perjudicial para la construcción de la mentalidad como sociedad. Por ello, es importante que el Estado y el CONCORTV desarrollen políticas que regulen el contenido que se exhibe en la programación de los medios. Asimismo, al ser la familia el primer entorno en que se desarrollan las personas antes de interactuar con la sociedad, es predecible que, si se vive en un ambiente donde se fomenta la diferenciación entre hombres y mujeres, se termine forjando el posicionamiento de un género sobre otro en el día a día. Frente a este problema, es oportuna la participación del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en el ordenamiento de políticas que propicien un ambiente óptimo en las familias.